El Facebook del Bisbat de LleidaEl Twitter del Bisbat de LleidaEl Google Plus del Bisbat de LleidaEl RSS del Bisbat de Lleida

Reseña histórica

Resumen histórico de la diócesis de Lleida

La historia de la diócesis de Lleida se puede dividir en cuatro períodos:

  • El primero, desde sus inicios hasta la invasión musulmana;
  • El segundo, del año 1168, en que el obispo Pedro de Ravidats publicó el Ordinatio Eclesiae ilerdenses hasta el Concilio de Trento
  • El tercero, desde la Guerra de Sucesión hasta el año 1932
  • El cuarto y último periodo desde la II República hasta la actualidad.

1. - De los inicios hasta la invasión sarracena

Sobre los inicios de una comunidad cristiana en Lleida, es indudable que ya estaba organizada a finales del imperio romano. Un hecho que puede avalarlo es que Lleida se encontraba en la vía de comunicación entre Tarraco y el interior de la Península, pero de forma documentada, la presencia de una comunidad cristiana aparece con el encuentro de una lápida en la necrópolis romana de Lleida que acredita un entierro cristiano a finales del siglo IV.

A pesar de todos estos indicios, la existencia de una sede episcopal no se documenta hasta los alrededores del año 419, cuando una carta de Conserci a San Agustín hace referencia al obispo Saguici. Pero es en el concilio provincial celebrado el año 540 a Barcelona en el que por primera vez encontramos el nombre del obispo Andrés al frente de la comunidad leridana. También está documentado un concilio provincial eclesial de la Tarraconense en la diócesis de Lleida el año 546, lo que demuestra la existencia de una iglesia diocesana organizada. Del siglo VI nos queda el testimonio del obispo de Lleida en el concilio de Toledo (año 589), en el cual, el reino visigodo abandonó el arrianismo y pasó al catolicismo. Firmó las actas Polibio, obispo de Lleida.

La llegada de los sarracenos puso fin al reino visigodo. Durante su dominación extinguió la diócesis de Lleida, pero, aun así, se constata la presencia de comunidades cristianas organizadas. La clerecía y los laicos, se dividieron entre los que quedaron bajo el dominio musulmán invasor, y los que emigraron hacia tierras más seguras. Parece que el obispo de Lleida se refugió en la zona de la Ribagorça y ​​Rueda se convirtió en la sede episcopal por los cristianos refugiados en esa área (siglos VIII al XII). En aquel tiempo, Lleida estaba formada por tres culturas: judía, musulmana y cristiana.

2. - Desde el Ordinatio Eclesiae ilerdenses (1168) hasta el Concilio de Trento

Tras la derrota debido a la invasión árabe, la reorganización eclesiástica se hace bajo la tutela de Narbona, hasta la definitiva emancipación. El año 1149 se liberó Lleida en una labor conjunta entre Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y príncipe de Aragón; Ermengol VI, conde de Urgell; Pedro de Rivera, de la orden de los Caballeros del Templo y numerosos nobles de Cataluña y Aragón. Inmediatamente después de la conquista se inició la organización eclesiástica de las tierras recientemente recuperadas, donde permanecían algunos pequeños núcleos de cristianos. El obispo de Roda, Guillermo Pedro de Ravidats (1149-1176), con otros sacerdotes y abades de Roda, trasladaron su residencia episcopal de Roda, a Lleida. Fue el primer obispo de Lleida durante la segunda etapa de la historia diocesana. 

Durante un tiempo los obispos eran tuitulares de Lleida y Roda. El documento acreditativo de esta nueva situación se encuentra en la llamada Donatio Episcopio donde se exponía: «Yo, por gracia divina, obispo indigno, se me ha concedido presidir la Iglesia de Lleida, simultáneamente con la de Roda». El mismo obispo publicó el año 1168 el Ordinatio Eclesiae ilerdenses con la normativa de la catedral y de su capítulo y su estructura parroquial, lo que significaba la definitiva organización diocesana. Este evento puede considerarse como el nacimiento de la diócesis de Lleida, tal y como ahora la conocemos.

El papa Alejandro III, en 1172, adscribió de nuevo la diócesis leridana en la provincia eclesiástica Tarraconense. En la ciudad de Lleida, entre los siglos XII y XV se convocaron numerosos concilios provinciales, dado que era el centro geográfico de la metrópoli Tarraconense, siendo presididos por alegatos de la Santa Sede o por el arzobispo de Tarragona con la asistencia de los obispos y los diversos estamentos eclesiásticos.

El 22 de julio de 1203, el obispo de Lleida, Gombau de Camporrells (1191-1205), en presencia del rey de Aragón, Pedro II el Católico y del conde Ermengol VIII de Urgell, colocó la primera piedra de lo que, con el tiempo, fue la Seu Vella. El 31 de octubre de 1278, el obispo Guillem de Montcada (1257 a 1278) inauguró y consagró la nueva catedral leridana. Durante el período de la Baja Edad Media (s. XIII-XV), la red diocesana se consolidó en todo el territorio leridano: con nuevos concilios, la aparición de las parroquias y la llegada de los órdenes mendicantes y militares. Merece destacarse la importante presencia de la Iglesia en el desarrollo de la primera Universidad de la Corona de Aragón. El Cisma de Occidente influyó en la vida de la diócesis. El obispo de Lleida, Domènech Ram (1415-1434), vinculado a la curia de Benedicto XIII, intervino directamente.

A partir del siglo XVI destaca el concilio de Trento, evento crucial para las futuras reformas, no sólo de la diócesis de Lérida, sino de toda la Iglesia universal. Las reformas incorporadas fueron numerosas: el catecismo, la restauración del culto, la reforma de la administración eclesiástica, el establecimiento de seminarios y otros.

3. - De la Guerra de Sucesión hasta el año 1932

Durante la guerra de Sucesión, el obispo de Lleida, Francisco de Solís (1701-1714) adoptó una postura favorable a Felipe V. El 12 de octubre de 1707, el ejército de Felipe V se apoderó de la ciudad de Lleida. La gran incidencia de la Guerra de Sucesión, con la pérdida de la Catedral, convertida en cuartel, y del Palacio Episcopal, derribado, hizo que en 1707 el obispo Solís trasladara su residencia a Monzón, así como su sucesor el obispo Olasso ( 1714-1735). Fue el obispo Galindo (1736-1756) quien restableció de nuevo la residencia episcopal en Lleida. 

Terminada la guerra de Sucesión, los obispos leridanos reclamaron, insistentemente, a los reyes de España la restitución de la Catedral, convertida en cuartel militar. Al ver la reiterada negativa real se buscó una nueva vía para conseguir que, Lleida, tuviera una Catedral abierta al culto cristiano. En 1759, aprovechando el paso por la ciudad, el nuevo rey de España, Carlos III, procedente de Nápoles, el Cabildo de la catedral y los “paers”, unieron sus esfuerzos y expusieron al rey la situación y el problema de la sede leridana. Las gestiones fructificaron. El 14 de abril de 1761, se colocó la primera piedra de la que se puede decir la tercera catedral de Lleida. El obispo era Manuel Macías (1757-1770). El 28 de mayo de 1781, el obispo Joaquín Antonio Sánchez Ferragudo (1771-1785) inauguró y consagró la nueva catedral.

Durante la guerra del francés, la Iglesia de Lleida se hizo presente. El 28 de mayo de 1808 tiene lugar el levantamiento y el pueblo de Lleida sólo reconoció al rey Fernando VII. Se constituyó la Junta de Defensa del Corregimiento y se nombró presidente al obispo Jerónimo Mª de Torres (1784-1816). En 1810, frente a los avances de los franceses, el obispo Torres se exilió a Mallorca. Seguidamente se produjo el asedio de Lleida. En 1814 el Barón de Eroles liberó la ciudad, llegó la paz y el obispo Torres retornó a Lleida. 

Con la caída del Antiguo Régimen y la asunción del liberalismo, la muerte de Fernando VII supuso una reorganización política del Estado español. El fenómeno de la exclaustración y la desamortización dispuso de base legal para que el gobierno expropiara a la Iglesia de sus bienes y se les pudiera vender. En definitiva, este proceso, produjo una serie de acciones que conllevaron la eliminación de las comunidades masculinas y la venta de sus bienes. El obispo Julià Alonso (1833-1844) se manifestó contrario a la política de exclaustración y mantuvo su oposición a las medidas gubernamentales en temas eclesiásticos. Mientras crecía la aversión liberal en su contra, tomó el camino del exilio.

La dinámica labor regeneracionista realizada por el obispo Pere C. Uriz (1850-1861) fue continuada por su sucesor, Marià Puigllat (1861-1870). Durante su mandato, el 12 de octubre de 1862, se fundó la Real y Pontificia Academia Bibliográfica Mariana. Su pontificado se produjo en tiempos complicados que afectaron a la diócesis con enfrentamientos entre el poder civil y el eclesiástico, pero la recuperación se consolidó a mediados y el último tercio del siglo XIX, con el resurgimiento de congregaciones religiosas que aparecen como respuesta a las múltiples necesidades sociales y religiosas de la época y del territorio. Merece destacar las actuaciones del Beato Francesc Palau (1811-1872), fundador de las Carmelitas Misioneras Teresianas, que fomentó la pastoral de espiritualidad, la asistencia a los enfermos y necesitados, educación cristiana y la misión ad gentes, la Venerable Esperanza González (1823-1885), fundadora de las Misioneras Esclavas del Inmaculado Corazón de María, al servicio de la mujer marginada y de la educación de niños y jóvenes en situación de riesgo; Santa Teresa Jornet (1843-1897), fundadora de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, destacando el trabajo para la gente mayor desvalida. 

Tomàs Costa Fornaguera (1876-1889) gobernó la Iglesia de Lleida en momentos en que la ciudad estaba dividida entre liberales, carlistas e integristas. El obispo favoreció instrumentos de acción y de influencia social, con el fomento de la Academia Mariana, la Juventud Católica y otros. Su sustituto, Josep Meseguer (1889-1905) dio a su pontificado un notable impulso. Su gran tarea fue la recuperación y reconstrucción de los templos y ermitas. Su celo constructor culminó con la edificación de un nuevo Seminario. Fundó el Museo Arqueológico del Seminario Diocesano de Lleida, con especial interés por recuperar y preservar los bienes de la Iglesia. El pontificado de Josep Miralles (1914-1925) transcurrió mayoritariamente en tiempos de la Mancomunidad de Cataluña, época de despertar cultural, político, económico y nacional. Inauguró el Palacio Episcopal.

4. - De la II República hasta la actualidad

A la altura de 1932, el panorama en Lleida no podía ser más preocupante. La política religiosa de los republicanos se convirtió en un elemento inquietante. La legítima política de separación entre la Iglesia y el Estado fue considerada como un ataque a la Iglesia. Esta situación supuso que la Iglesia perdiera prácticamente todos los privilegios.

El estallido de la Guerra Civil interrumpió la vida diocesana. La mayoría de las iglesias y conventos de la Diócesis fueron quemados y saqueados y las víctimas fueron numerosas, destacando el fusilamiento de más del 50% de su clero con el obispo Salvi Huix (1935-1936) a la cabeza, que próximamente será beatificado. En proceso de beatificación están también 169 sacerdotes y laicos igualmente martirizados. Entre los laicos destaca el ya beato Francesc Castelló, mártir de la fe y verdadero testimonio de amor y fidelidad. En julio de 1936, incendiaron la Catedral, quedando en una situación inservible para la celebración del culto.

En abril de 1938 el ejército franquista ocupaba la mayor parte de las comarcas de Lleida. Durante la posguerra, la diócesis de Lleida fue regida por Manuel Moll (1938-1943); Joan Villar (1943-1947). En 1947 fue nombrado obispo Aurelio del Pino (1947-1967). Este restableció el culto en la Catedral en 1955 y en 1958 fundó el Colegio Episcopal.

En los años sesenta se produjo un despertar de tipo cultural, social, político y religioso: La celebración del Concilio Vaticano II dio un aire de renovación a la Iglesia leridana y se impulsó la diócesis hacia nuevas directrices. En 1966 el obispo Aurelio del Pino presentó la renuncia. Lo sustituyó Amadeu Colom, vicario capitular de la sede vacante hasta el nombramiento del nuevo obispo Ramón Malla (desde 1968 hasta 1999). Durante su pontificado se produjo un cambio en el talante de la Iglesia. La transición política incorporó una hornada de católicos influidos por el Concilio Vaticano II. Otra realidad, fruto del ambiente conciliar, fue la constitución de comunidades de base. En el transcurso del mandato del obispo Malla se iniciaron las delegaciones diocesanas, las cuales impulsaron la pastoral diocesana. Una de las iniciativas más fecundas de la diócesis fue la creación del Instituto de Investigación y Estudios Religiosos (IREL), para fomentar la formación teológica, espiritual y pastoral, puente entre fe y cultura. Otro acontecimiento importante fue el concilio Provincial Tarraconense de 1995 en el que la diócesis de Lleida participó activamente. El pontificado del obispo Malla estuvo marcado por la polémica suscitada por la segregación de las parroquias de Aragón que se realizó en dos fases: el 17 de septiembre de 1995, por decreto de la Congregación para los Obispos, se desmembró de la diócesis una parte del territorio de la zona aragonesa, y el 15 de junio de 1998 el resto del territorio aragonés.

El 19 de septiembre de 1999 el obispo Malla termina su mandato siendo sucedido por el nuevo prelado F. Xavier Ciuraneta (1999-2007). Se encontró con las consecuencias de la segregación de la diócesis. Mantuvo una actuación decidida sobre la problemática de las obras de arte diocesanas. Por motivos de salud tuvo que renunciar y se nombró como Administrador Apostólico de Lleida, el obispo de Tortosa, Xavier Salinas (2007-2008). El 21 de septiembre de 2008 tomó posesión del cargo el obispo Joan Piris (2008-2015) del que cabe destacar su prioridad pastoral. El 20 de septiembre de 2015 tomó posesión del cargo del obispo de Lleida, Monseñor Salvador Giménez Valls, prelado actual. 

La diócesis es sufragánea del arzobispado de Tarragona y colinda con las diócesis de Barbastro - Monzón, Solsona, Tarragona, Tortosa, Urgell y Zaragoza.

La diócesis de Lleida ocupa una superficie de 2.887 '10 Km2. Su patrón es San Juan Bautista, cuya fiesta se celebra el 24 de junio, solemnidad de su natalicio.

La Catedral tiene por titular la Asunción de la Virgen (15 de agosto).

Lleida, 11 de febrero de 2013